Misión

El Concilio de la Montaña pretende ser una comunidad nacionalista que propicie enseñanzas en el ámbito de la biopolítica, el rescate de las tradiciones locales, nacionales e internacionales, tanto en historia, música y cultura, que se encuentran vinculadas con el legado sanguíneo que pueblos remotos nos han transferido junto a los valores éticos y morales desde la perspectiva nacionalista.

De otro lado se harán alianzas con otras iniciativas similares a nivel nacional e internacional, con el fin de dar a conocerlas en nuestra región, para impulsar ese llamado interior que sentimos muchos de nosotros y que orientará a los pueblos anestesiados por la incultura y la desinformación.

viernes, 8 de marzo de 2013

DEDICADO A LOS VAGOS




Es sorprendente la capacidad de trabajo y sacrificio que tenían los arrieros. El pasarse todo un día y todos los días transitando por unos caminos, que apenas merecían este nombre, conduciendo una recua de animales, algunas veces indóciles y cuidando la carga en muchas ocasiones de extrema fragilidad, era para gentes de temple extraordinario y de una probada afición al trabajo: Hernán Galeano, un arriero de Sonsón, entrevistado expresaba: “Me gustaba mucho ese oficio aunque uno sufría mucho, porque hablando religiosamente, el agua que caiga en el día, es del arriero, porque uno con unas mulas en el camino no puede escamparse en ninguna parte, a mí me toco sufrir mucho. Avemaría.”
Quienes ingresan al oficio de la arriería, lo hacían desde muy jóvenes  y en la escala más baja de la jerarquía, la cual era la de sangrero , con la esperanza de llegar a caporal, y por que no, a ser dueño de sus propias mulas.
En esa difícil escuela crean una ética que valora el trabajo como el medio más idóneo para el ascenso social y para la adquisición de bienes de fortuna, característica que pervivió por muchos años en la forma de ser y sentir del pueblo antioqueño.

Tomado de: Guillermo Cadavid – Sonsón y la arriería

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